martes, 18 de octubre de 2016

El príncipe cegado

En un castillo hechizado
Una princesa y un príncipe se hallaban
El príncipe, cegado
La princesa, deprimida

Cada alba,
el príncipe despertaba a la princesa

Cada alba,
espinas eran clavadas

Eran aquellas pues,
Las que en el corazón se clavaban
Las que en el príncipe se hundían
Las que él no veía

Cada ocaso
La princesa se ocultaba
Desaparecía en su habitación

Cada ocaso,
el príncipe acudía a verla
La llamaba
Y por ella se preocupaba
Pero espinas se clavaban
Y el príncipe no las veía

Lograba ella aquello que deseaba
No dejaba su depresión,
pues la necesitaba.